Conversaciones.


Por Aarón Coronado.

1-¡Pero es que la verdad no tiene formas! No hay maneras de decir la verdad.

2- ¿Y porque le das entonces esa forma a tu verdad?

1-No hay ninguna forma que le dé a las verdades que por mi son dichas. Empero, al ser tan cierto lo que digo, es lógico insulte a uno que otro.

2-¿Eso significa que es la verdad y no la forma en que la dices lo que lastima a quienes te escuchan? (el otro asiente y le apunta con el índice con gesto afirmativo). Me es posible, con esto que ahora deducimos, concluir que, a tu modo de ver la verdad no es imposible, sino que acaso es lógico, el equiparar la verdad al acto de decirla, llegando a la no sencilla postura personal que supone que, la manera en que tú has logrado plasmar ese fragmento del saber por ti encontrado, carece, por razones de una superioridad intelectual, de alguna manera, o sello, o forma de decirse. Y en consecuencia, podríase entender que es producto de la casualidad y no de otra cosa, el que si no todos, son casi todos los que a tus verdades sometidos, se ven sometidos y en lo que se refiere a ellos; transgredidos (quien escucha palidece y se sonroja, mientras este hablaba sin cesar, como si disfrutara verlo sufrir de esta manera). ¿Es la verdad entonces, la que dada su naturaleza agresiva atraviesa terreno prohibido y con ello ofende? ¿O es que acaso sería posible que existiera, tal vez, también en ti, esa pizca de personalidad que determina o que, por lo menos define, el cómo se dice? Y será que en ese cómo se oculte quizá, un porqué y un para qué, que, aunque con la verdad nada tengan que ver, se inmiscuyen en sus intereses –los de la verdad.

1-¿Estas tratando de decir que en el momento en el que intento, o logro exponer una certeza a persona indeterminada existe este germen, a mis ojos desconocido, que influye en la forma en que lo digo y que busca, además de formar en palabras un saber, molestar con ello al escuchante, y todo “solamente” por que así soy yo?

2-Eso, es precisamente lo que trato de decir…