Aprender y Enseñar.


Por Simón Flores.

Gracias a los maestros y a sus transferencias uno encuentra respuestas a las preguntas: ¿Cómo quisiera ser? ¿Cómo me verán? y ¿En realidad esto vale la pena?.

Uno de los haceres del maestro es enseñar lo cual significa según el diccionario Océano Práctico de la lengua española, en la E (claro que si) pag. 308: “Dar advertencia, escarmiento, darselas y/o mostrar una cosa para que sea vista o apreciada.”

Por su-puesto que los maestros lo saben hacer, nos advierten y escarmientan (conste que no dije ningunear) que no saldremos como psicoanalistas y con razón, pero tampoco como psicólogos clínicos, solo seremos licenciados en psicología y para lo único que estaremos preparados es para la aplicación de pruebas y diagnóstico si bien nos va.

Nos dan la señal de no salir como psicoanalistas (como si fueran los primeros en decírnoslo), tampoco de poder dar psicoterapia psicoanalíticamente orientada, a no ser que tengamos el papelito, ¡digo! el titulo de la maestría en psicoterapia psicoanalíticamente orientada (pero aun así no eres psicoanalista, así que ni te emociones).

Esto hace preguntarnos y no solo a los que quieren ser psicoanalistas si no a todos los estudiantes de psicología y egresados: ¿Cuál es el precio de tener un lugar como psicólogo y existe acaso un lugar para nosotros? ¿Cuándo uno puede llamarse así mismo psicólogo ¿Desde que se tiene el título? prefiero verlo como un destino, uno se siente psicólogo desde que le interesan desinteresadamente, los intereses de su prójimo (sin esperar nada, solo por el gusto, o goce, al hacerlo, ¡obvio uno cobra, si no muere de hambre!). Muchos tienen intereses en ayudar a la gente, por supuesto que no todos ellos son psicólogos, unos son sacerdotes, otros son maestros, vendedores, cada quien hace algo por y para alguien mas (sin saber a quien en realidad).

Existen pasos a seguir (académicos): llevar las teorías de los sujetos psicológicos, el area básica la estadística para psicólogos y las metodologías entre otras materias, me atrevo a llamarles males o maletas necesarias para continuar con lo que queremos (el área que guste cada quien). Están también los pasos de alguien entrado en esos terrenos, los pasos de un guía, de un maestro que se encuentra ahí para supervisarnos, jalarnos las orejas y enseñarnos a escuchar de una manera distinta que ayude a la apertura de opciones, la de afectos y/o enunciados. Pasos que no se ven, ya que en ese maestro ves el camino recorrido en su experiencia, eso alienta a comenzar a recorrer nuestro sendero y formar nuestra experiencia.

Entonces ¿qué hacemos en nuestra práctica clínica (por lo menos los del área clínica)? Uno se esfuerza y trata de escuchar lo mejor que se pueda a su paciente, además asiste a un análisis personal y a supervisiones donde también confronta sus fallas. ¿Acaso no hay psicoanálisis ahí? No creo que el único que haga análisis ahí sea el supervisor o el analista del terapeuta en formación. Claro que se escuchan cosas distintas en supervisión a en el encuentro entre el paciente y el terapeuta en formación. No son los mismos niveles de experiencia.

En la vida cotidiana existe la transferencia cosas del presente y del pasado como ideales, ilusiones, sueños, amor, ganas, etc. pasan de un lugar a otro (persona a persona o a institución) al mismo tiempo. Desde la primer sesión el paciente va preguntándose: ¿Qué me dirá? ¿Qué le diré? ¿Sera gay o no? ¿Podre cambiar? El paciente va con una ilusión e incertidumbre (¿podrá ayudarle?). Igual en la supervisión del caso de ese paciente, el terapeuta en formación se pregunta si ese experimentado analista ¿podrá ayudarle a ayudarlo?

No se trata mas que de una cuestión de confianza en otro, sin dejar de lado el estudio teórico y el análisis personal por parte del terapeuta. ¿A poco no hay psicoanálisis ahí? ¡Si los artículos que nos ponen a leer son del mismisimo Freud y algunos de Echegoyen que son psicoanalistas! Por presupuestos y otras cosas no hay diván, ni luces tenues romanticonas, pero con una buena escucha es bastante, claro que cuando uno comienza no es tan aguda la escucha, pero para eso están los maravillosos supervisores que tenemos y nuestro aun más maravilloso analista. Además ustedes (maestros) ¿nacieron sabiendo o siendo psicoanalistas? ¡Espero que no, si no me veré en un problemón! Ya que como toda disciplina uno mejora en base a la experiencia que se va adquiriendo o ¿hay otra forma de advenir psicoanalista que no sea con la experiencia de vivirlo?

Eso sería bueno que se transmitiera, evitar ver las cosas en años y friegas, ¡poder verlas como experiencias que hacen aprender a uno! La experiencia ningún libro te la otorga solo la transferencia la puede dar. ¡Bien por Ella!.

La transferencia se vive en clase todos los días, existen maestros que están muy gordos, te repatean y da hasta coraje ver como dan la clase y todavía exigen atención y se atreven a decir a los alumnos que tienen problemas de atención (como si hubiera que poner atención y no desconcentrarse sin importar lo aburrida que es la forma de dar su clase, en algunos casos). Reconozco que la actitud de los alumnos es bastante deprimente también, así que es de ambas partes (lo curioso es que esa transferencia no estamos acostumbrados a trabajarla si no a imponerla, causarla y sancionarla).

Claro que no se olvidaran aquellos profesores que dejan una buena huella en tu vida. No sé si les a pasado, pero hay profesores muy agradables, que comparten sus experiencias, molestias y alegrías con los alumnos, de esos que te nace llevarles un café frío todos los martes. O aquellos que te endulzan la vida dejándote llevar un pastel a la clase cuando lo amerita. Otros que tienen “carisma y conocimiento” y hasta sex appeal. Sin olvidar a los profesores con grandes paquetes de conocimiento bastante apretados pero que hay que tener un Yo propio para poder preguntar y participar para aprender (¡sin decir tantas ideotas!). También hay los que piensan que nos están haciendo un favor al darnos clase ya que en su apretada agenda hay otros intereses en grados mas altos... bueno, muchas gracias por el favor. Y por último pues... ¡todos los demás!

Cada persona, maestro o psicoanalista, se vale de su estilo para poder transferir algo lo cual se respeta (y se menciona en La Voz), y algo aún más respetable es poder aprender de los otros, de sus fracasos, experiencias y virtudes.

En lo personal aprendí que los problemas en la vida no terminan, pensaba que al ver a profesores con análisis terminado eran los mejores, que ya nada los enojaba, no se frustraban, que nunca fueron estudiantes, que siempre fueron así de buenos, que no batallaron para trabajar la psicología, que tampoco ocupaban ir al baño. ¿Sí eran felices? Pero no, resulta que los problemas siguen, pero uno ya no tiene sus ideas tan cerradas, trabadas o sintomatizadas, que solo le permitan ver problemas y solo le permitan quejarse, refunfuñar, llorar y patalear, ahora asume uno que se puede trabajar en Ello (y en Yo) pero también se vale aprender a disfrutarlos.

Gracias a los editores de esta revista por permitirme dejar algo a mis compañeros psicólogos del mañana y del ya mero también. De dejarles una experiencia mía, de tantas en estos 5 años de carrera en esta institución.

Comentarios serán bien recibidos en: simon.florespompa@gmail.com