La noche de Tlatelolco.


Por Daniel Álvarez del Castillo Arredondo. 9No A Clínica.

Eran las 5 de la tarde en la Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco. Un complejo de edificios de apartamentos, alrededor de una gran explanada donde además se encuentra una gran iglesia y ruinas prehispánicas. 10,000 mil personas se habían reunido para escuchar a los oradores del CNH. Había un ambiente tenso, pero alegre. La represión hacía mucho que se había desatado, pero los incasables estudiantes seguían reuniéndose masivamente. Sentían cerca la victoria, sus voces se habían escuchado e hicieron eco en todos los sectores de la población: electricistas, ferrocarrileros, campesinos, niñas popis de la Iberoamericana, madres de familia. La voz dejo de ser sólo de los estudiantes y se había convertido en la voz del pueblo. Voz que resonaba al compás de los 6 puntos del pliego petitorio:

1.- Libertad de todos los presos políticos.
2.- Derogación del artículo 145 del Código Penal Federal.
3.- Desaparición del cuerpo de granaderos.
4.- Destitución de los jefes policíacos Luis Cueto, Raúl Mendiola y A. Frías.
5.- Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto.
6.- Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de todos los hechos sangrientos.

Los helicópteros sobrevolaban la plaza, camiones del ejército y camiones de granaderos se apostaban en las entradas del complejo. Los oradores del CNH seguían con el mitin.

5:30 de la tarde. Una bengala verde es lanzada desde uno de los helicópteros y empieza la balacera. Ráfagas de ametralladora rugen contra la multitud reunida en la Plaza de las Tres Culturas. Los soldados se atrincheran tras sus camiones y empiezan a disparar hacia la multitud. El fuego es cruzado. Francotiradores en los edificios de departamentos disparan igual a la multitud que a los soldados. Lo soldados disparan igual hacia los balcones de los edificios que hacia la multitud. La desbandada es general. El pánico se apodera de los estudiantes, quienes corren hacia las salidas del complejo, solo para toparse con columnas de soldados quienes arremeten contra ellos a bayoneta calada. Muchos mueren en la misma explanada atravesados por las balas. Los soldados avanzan. Personas vestidas de civil, identificadas con un pañuelo blanco en una de sus manos sacan sus armas automáticas. Disparan contra los estudiantes, y a muchos más los llevan a punta de pistola a uno de los edificios, el edificio Chihuahua, donde serán desvestidos y golpeados, para después fusilarlos. La gente corre hacia la iglesia para refugiarse. Hay muchísimas mujeres y niños. Pero el padre no abre las puertas de la iglesia. Los granaderos avanzan deteniendo a macanazo a cuanto se encontraban a su paso. Se inicia la cacería de estudiantes que se refugiaron en los departamentos. Lo soldados irrumpen en muchísimos de los departamentos que en su mayoría albergan a familias, destruyendo, quemando y saqueando. El fuego intenso duró 29 minutos, luego los disparos decrecieron, pero no cesaron. 5,000 soldados y 300 tanques y vehículos militares arremetieron contra 10,000 estudiantes desarmados.

Nunca se supo a ciencia cierta el número de muertos y heridos. Se habla de entre 80 y 500 muertos, miles de heridos y un número no determinado de desaparecidos.