Por Gustavo Ibargüengoytia Sánchez.
El mes pasado me encontraba vendiendo ésta, su, revista y junto con Daniel, me dispuse visitar el edificio de enfrente (Edificio Norte, que da al estacionamiento de maestros). Esto fue en la noche así que se encontraban estudiantes del área conductual y laboral (desconozco si hay o no grupos de básica en ese edificio a esas horas). Seré honesto y confesaré que no temo interrumpir en los salones y pedir a los maestros un momento para vender la revista, evitamos interrumpir a los alumnos si están dando clase ellos y preferimos entrar cuando no hay maestro para no interrumpir clases en lo absoluto, pero no siempre se puede, así que, si tengo que interrumpir pues que así sea. Pero en esta ocasión, en este edificio, en ese día, fue muy distinto. Primero que nada casi no había gente fuera de los pasillos, lo cual pudo haber sido un evento aislado (pero puede que no, desconozco también los hábitos de clase de los estudiantes vecinos), los maestros me eran completos extraños, al igual que la mayoría de los estudiantes, había un cierto peso en la atmósfera, no sé si era el campo electromagnético que emanaban de todos los proyectores InFocus encendidos al mismo tiempo y la ausencia de luz en los salones con la excepción del proyector pero de que era distinta, era distinta. A manera de broma le comenté a Daniel que este edificio es otra Facultad. Y pensé: ¡Eureka! He dado con el tema del que voy a hablar en el siguiente número de LA VOZ.
En el área básica tome clases en ese edificio, de hecho creo que fue el único que usé. Y sin embargo tan sólo año y medio después de área básica me siento alienado de un sector de la Facultad. Pero esto siempre ha sido así y no lo digo para que sea reconfortante sino recalcitrante. Durante mis 3 años de básica del turno matutino los compañeros de área de acentuación eran un mito, estaban mas allá del bien y del mal y su existencia era dudosa, conocía a ciertas personas que decían que estaban en “área” pero su presencia en mí vida y mí mundo era escasa. Lo mismo sigue sucediendo en la actualidad, donde el área básica (en particular el turno matutino) tienen una interacción nula con sus compañeros de área de acentuación... ¿Área? ¿Área ésta, área aquella, aquella área de...? Un momentito por favor... Área: “Espacio de tierra comprendido entre ciertos límites.” Tomado del Diccionario de Lengua Española 2nda Ed. RAE.
¿Límites? ¿Qué límites existen entre los alumnos, entre los estudiantes? Existen diversos intereses, pero ¿límites? ¿Qué me diferencia a mí, estudiante de clínica, de aquel laboral o conductual o infantil o social o de básica? Lo único que me limita es mi indiferencia y la tuya y la de ellos. Me ahorraré los comentarios del trabajo interdisciplinario y me concentraré en algo más terrenal; el juicio.
Conductual = Conductista = Amaestra perros/niños(as).
Laboral = Pelelé que no tiene interés en la psicología de verdad y solo quiere dinero = Recurso Humanos.
Infantil = Niño/Niña grande = Maestro/Maestra de kinder.
Social = Hippies fresas = Maestro en escuela indígena.
Clínico = Pervertido sexual que solo puede ver problemas en los demás = Pomposo psicoanalista y pasado de moda, anticuado.
Básica = Principiante novato que no sabe nada del mundo “psi” = “Es que quiero/me gusta ayudar a la gente.”
Bueno y ¿qué hacemos con todo esto? Como podemos esperar que la MDE, el DAE, la Administración, la Dirección e incluso, ¿por qué no?, la Rectoría haga lo que los alumnos piden, exigen y demandan si no hay un cuerpo estudiantil consolidado, si lo único que existe entre nosotros son diferencias teóricas y conceptuales, eso no nos hace mejores o peores psicólogos ya que no hay tal cosa coma LA psicología, pero ser lo suficientemente ciegos como para confundir una diferencia teórica y de postura ante una problemática con un límite que se impone como muro de Berlín entre una población es en si una guerra fría. De miradas, gestos y verbalizaciones. Una guerra fría que a quien se lleva de encuentro es a la comunidad estudiantil de LA Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Y ni empiezo con los “límites” que trazamos entre grupos de la misma pseudo-área o de los “límites” entre los alumnos de un mismo salón.
Me parece que esto es algo que va más allá del “Guacala es que es _________”. Me parece que este problema, porque es un problema si queremos que exista un cambio en la Facultad, es de ineptitud, impotencia e incapacidad de entender que en nuestro juicio lo que se hace es demeritar al otro sin exaltarnos a nosotros mismos (en otras palabras, bajarlo a nuestro nivel) y cuando lo hacemos lo hacemos desde una posición ignorante que es poderosa porque seduce con su estupidez y con la burla a aquellos que no son capaces de desmentir o reconocer que lo que se está haciendo es alienarse. Cualquiera puede criticar ciegamente, pero analizar que es lo que sucede y que es lo que te hace sentir requiere de dos cosas: conocimiento de si mismo y reconocimiento del otro que es como yo.
Es por eso que me propongo entrar a todos los salones del edificio norte y compartir con mis compañeros de otras áreas de aplicación de la psicología, a desalienar y desalienarme. Borraré los “límites” que he impuesto en mí vida estudiantil y reconoceré los verdaderos límites (no mezclar peras con manzanas, pero que evita que el peral y el manzano estén sembrados uno junto al otro). Y tú ¿vas a borrar “límites” o vas a seguir ciegamente el camino “delimitado”?
El mes pasado me encontraba vendiendo ésta, su, revista y junto con Daniel, me dispuse visitar el edificio de enfrente (Edificio Norte, que da al estacionamiento de maestros). Esto fue en la noche así que se encontraban estudiantes del área conductual y laboral (desconozco si hay o no grupos de básica en ese edificio a esas horas). Seré honesto y confesaré que no temo interrumpir en los salones y pedir a los maestros un momento para vender la revista, evitamos interrumpir a los alumnos si están dando clase ellos y preferimos entrar cuando no hay maestro para no interrumpir clases en lo absoluto, pero no siempre se puede, así que, si tengo que interrumpir pues que así sea. Pero en esta ocasión, en este edificio, en ese día, fue muy distinto. Primero que nada casi no había gente fuera de los pasillos, lo cual pudo haber sido un evento aislado (pero puede que no, desconozco también los hábitos de clase de los estudiantes vecinos), los maestros me eran completos extraños, al igual que la mayoría de los estudiantes, había un cierto peso en la atmósfera, no sé si era el campo electromagnético que emanaban de todos los proyectores InFocus encendidos al mismo tiempo y la ausencia de luz en los salones con la excepción del proyector pero de que era distinta, era distinta. A manera de broma le comenté a Daniel que este edificio es otra Facultad. Y pensé: ¡Eureka! He dado con el tema del que voy a hablar en el siguiente número de LA VOZ.
En el área básica tome clases en ese edificio, de hecho creo que fue el único que usé. Y sin embargo tan sólo año y medio después de área básica me siento alienado de un sector de la Facultad. Pero esto siempre ha sido así y no lo digo para que sea reconfortante sino recalcitrante. Durante mis 3 años de básica del turno matutino los compañeros de área de acentuación eran un mito, estaban mas allá del bien y del mal y su existencia era dudosa, conocía a ciertas personas que decían que estaban en “área” pero su presencia en mí vida y mí mundo era escasa. Lo mismo sigue sucediendo en la actualidad, donde el área básica (en particular el turno matutino) tienen una interacción nula con sus compañeros de área de acentuación... ¿Área? ¿Área ésta, área aquella, aquella área de...? Un momentito por favor... Área: “Espacio de tierra comprendido entre ciertos límites.” Tomado del Diccionario de Lengua Española 2nda Ed. RAE.
¿Límites? ¿Qué límites existen entre los alumnos, entre los estudiantes? Existen diversos intereses, pero ¿límites? ¿Qué me diferencia a mí, estudiante de clínica, de aquel laboral o conductual o infantil o social o de básica? Lo único que me limita es mi indiferencia y la tuya y la de ellos. Me ahorraré los comentarios del trabajo interdisciplinario y me concentraré en algo más terrenal; el juicio.
Conductual = Conductista = Amaestra perros/niños(as).
Laboral = Pelelé que no tiene interés en la psicología de verdad y solo quiere dinero = Recurso Humanos.
Infantil = Niño/Niña grande = Maestro/Maestra de kinder.
Social = Hippies fresas = Maestro en escuela indígena.
Clínico = Pervertido sexual que solo puede ver problemas en los demás = Pomposo psicoanalista y pasado de moda, anticuado.
Básica = Principiante novato que no sabe nada del mundo “psi” = “Es que quiero/me gusta ayudar a la gente.”
Bueno y ¿qué hacemos con todo esto? Como podemos esperar que la MDE, el DAE, la Administración, la Dirección e incluso, ¿por qué no?, la Rectoría haga lo que los alumnos piden, exigen y demandan si no hay un cuerpo estudiantil consolidado, si lo único que existe entre nosotros son diferencias teóricas y conceptuales, eso no nos hace mejores o peores psicólogos ya que no hay tal cosa coma LA psicología, pero ser lo suficientemente ciegos como para confundir una diferencia teórica y de postura ante una problemática con un límite que se impone como muro de Berlín entre una población es en si una guerra fría. De miradas, gestos y verbalizaciones. Una guerra fría que a quien se lleva de encuentro es a la comunidad estudiantil de LA Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Y ni empiezo con los “límites” que trazamos entre grupos de la misma pseudo-área o de los “límites” entre los alumnos de un mismo salón.
Me parece que esto es algo que va más allá del “Guacala es que es _________”. Me parece que este problema, porque es un problema si queremos que exista un cambio en la Facultad, es de ineptitud, impotencia e incapacidad de entender que en nuestro juicio lo que se hace es demeritar al otro sin exaltarnos a nosotros mismos (en otras palabras, bajarlo a nuestro nivel) y cuando lo hacemos lo hacemos desde una posición ignorante que es poderosa porque seduce con su estupidez y con la burla a aquellos que no son capaces de desmentir o reconocer que lo que se está haciendo es alienarse. Cualquiera puede criticar ciegamente, pero analizar que es lo que sucede y que es lo que te hace sentir requiere de dos cosas: conocimiento de si mismo y reconocimiento del otro que es como yo.
Es por eso que me propongo entrar a todos los salones del edificio norte y compartir con mis compañeros de otras áreas de aplicación de la psicología, a desalienar y desalienarme. Borraré los “límites” que he impuesto en mí vida estudiantil y reconoceré los verdaderos límites (no mezclar peras con manzanas, pero que evita que el peral y el manzano estén sembrados uno junto al otro). Y tú ¿vas a borrar “límites” o vas a seguir ciegamente el camino “delimitado”?